No es un mundo raro ni un don reservado a alienígenas espías. Tampoco un sueño que acabará al despertar.
Humanos comunicándose con los pensamientos. Una posibilidad que se abre para personas paralizadas.
Científicos de la Universidad de Utah tradujeron señales cerebrales en palabras mediante el uso de 16 microelectrodos implantados debajo del cráneo y encima del cerebro de un paciente.
Aunque el dispositivo funcionó, se requiere perfeccionarlo para que en unos años esté en ensayos clínicos, reveló el profesor de Bioingeniería, Bradley Greger.
El estudio en el que se demuestra la factibilidad se empleó en un paciente con epilepsia severa al que se le colocó una red de microelectrodos en los centros del cerebro relacionados con el lenguaje.
Ese paciente tenía una craneotomía, la remoción temporal y parcial del cráneo, de modo que se le pudieron instalar electrodos convencionales para localizar la fuente de los ataques epilépticos y tratarlos quirúrgicamente.
Con microelectrodos experimentales, grabaron señales cerebrales mientras el paciente repetía 10 palabras que leía, útiles para alguien paralizado: sí, no, caliente, frío, hambre, sed, hola, adiós, más o menos.
Luego intentaban descifrar cuáles señales representaban cada palabra. Al comparar cualquiera de dos señales, como las generadas cuando leía sí y no, distinguieron las señales para cada palabra entre 76 y 90 por ciento de las veces.
Cuando examinaron los patrones de las 10 señales a la vez, sólo descifraron correctamente del 28 al 48 por ciento.
El estudio fue publicado en Journal of Neural Engineering. Para Greger, probaron que esas señales revelan lo que una persona está diciendo, más allá del azar.
Del desarrollo del dispositivo podrían beneficiarse personas con derrame cerebral paralizante, la enfermedad de Lou Gherig (degenerativa de tipo neuromuscular) o afectados por trauma. Hoy esos pacientes se comunican con movimientos, como guiñar el ojo.
Los científicos usaron electrodos ECoG, que se asientan sobre el cerebro. En pacientes con epilepsia severa imposible de controlar con medicación, los cirujanos remueven parte del cráneo y colocan microelectrodos con silicona sobre el cerebro durante días o semanas. El cráneo se coloca en su sitio de nuevo, pero no se pega. Los electrodos no penetran el cerebro, pero detectan actividad eléctrica anormal que permite localizar y remover la pequeña parte del cerebro que provoca los ataques.
Como no penetran, se consideran seguros para colocar en áreas relacionadas con el lenguaje hablado, lo que no se logra con dispositivos para controlar un brazo prostético.
Los microelectrodos se usaron para detectar señales eléctricas débiles del cerebro generadas por unas pocas miles neuronas o células nerviosas.
Cada uno de las dos redes de 16 microECoG espaciados 1 milímetro, fueron colocados en una de dos áreas del habla: la corteza facial-motriz, que controla los movimientos de boca, labios y lengua y cara, los músculos involucrados en el habla; y en el área de Wernicke, una poco entendida zona ligada a comprensión del lenguaje y el entendimiento.
Hubo menor precisión en distinguir las señales de una palabra de las de otra al usar el área de Wernicke, 76 por ciento, y 85 con las señales de la corteza facial motriz.
Al seleccionar cinco electrodos de cada red, fueron más precisos en decodificar las señales de esa corteza 90 por ciento de los casos.
El área de las prótesis es una de las de más avances. Ayer apenas, científicos de Stanford revelaron un tipo de piel que puede hacer más sensibles las prótesis de las extremidades, dijo Zhenan Bao, uno de los investigadores.
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